lunes, 25 de marzo de 2024

EL CAMINO DESANDADO

 





"Desandamos el camino desde el Guadalmena y, mientras lo hacemos, Arroyo del Ojanco se expande en la llanura como una pequeña extensión de vida donde los que lo habitan conviven con una tranquilidad cotidiana. En el atardecer de este día nublado  se enmarcan unos árboles que desean la primavera y nuestras miradas se someten a la calma y a la serenidad que nos ofrece el paisaje. Mientras recorremos el camino, a ambos lados del mismo, las vacas pasean de acá para allá despacio, rumiando la jugosa hierba que cubre el llano, entre encinas centenarias y jaras cuya blanca flor está a punto de eclosionar. A mano derecha, tras la alambrada, las piedras de un cortijo en ruinas nos cuentan como el paso del tiempo es inexorable, al igual que el abandono, y no sin cierta tristeza, observamos como unas tejas se desprenden y caen y el ruido que provocan las mismas en el silencio de la tarde, nos confirman una soledad no exenta de lirismo, que nos aleja del mundo de hoy, hecho a base de algarabía y gritos. En nuestro caminar nos sentimos bien, respiramos con la convicción de que la libertad absoluta no existe, pero podemos acercarnos a ella cualquier atardecer que elijamos, si buscamos un sitio donde los sentidos se desperecen y nos hagan disfrutar del tiempo que tan a menudo se nos escapa de entre las manos. La lluvia se hace esperar, pero la brisa es húmeda y la temperatura fresca. Continuamos desandando el camino bajo un cielo gris, donde las nubes se muestran inquietas y nuestro espíritu reconfortado. Sin más, subimos al coche y, agotada la tarde, regresamos."