miércoles, 21 de agosto de 2019

EL FANTASMA DE LA LUZ AMARILLA





 


     Detuvo el coche en aquella inmensidad y al bajarse, dejó que las gotas de lluvia que caían aquella madrugada depositaran en su rostro una caricia de sinigual frescura, que le hizo acabar con la somnolencia que lo acompañaba en los últimos kilómetros. La carretera se abría ante él oscura y desafiante y después de andar unos pasos, decidió volver al coche. Al girarse, vio una luz a lo lejos, amarilla y extraña. La podía ver a su derecha cerca de la carretera y se movía entre la oscuridad profunda de los árboles que, en aquella noche sin luna, sus sombras conformaban figuras siniestras y sus  ramas destartaladas se transfiguraban en brazos y manos que con el viento crujían con un eco que a veces se asemejaba al llanto desconsolado de un hombre. La luz iba y venía entre las ramas temblorosas mientras los ojos de Joe se abrían intentando captar aquello que comenzaba a asustarle. De repente, se detuvo la lluvia y hubo unos minutos de implacable silencio. La luna ausente hizo acto de presencia procurando algo de luz a aquellos parajes, y entonces le pareció atisbar una presencia cuyo halo amarillo lo deslumbraba casi por completo. Se encontraba a unos veinte metros del coche y permanecía hierática y vertical y su tamaño exagerado provocó el pánico en Joe. Apenas se dilucidaba su rostro, envuelto en unas barbas negras que caían hasta su cintura y sus ojos tenían el brillo y la agudeza de la punta de un cuchillo y entre sus manos nerviosas portaba un corazón humeante y aún latente, como si hubiera sido extraído en aquel mismo momento del cuerpo de algún animal, o lo que es peor, de alguna persona. Su ropaje era una túnica que lo cubría hasta los pies llegando a arrastrarle. A continuación, aquel ser extraño se dejó oír con una voz pastosa y hueca, que de forma lenta y grave pronunciaba su nombre: "Joe". Pero Joe no lo escuchaba, había gritado hasta perder el conocimiento y cuando despertó se encontraba en la cama de una de las habitaciones que formaban parte de una hospedería regentada por monjes. Llevaba más de tres días delirando y su cuidador, de pelo y larga barba negra, vestido con un hábito oscuro lo estaba preparando con mimo. No podía moverse, pues sus manos y sus pies estaban atados fuertemente a los barrotes de la cama, encontrándose desnudo de cintura para arriba, y sobre su corazón, había otro corazón dibujado. Se le heló la sangre cuando escuchó al otro lado de la habitación unos chasquidos metálicos y vio al monje de larga barba y negras vestiduras que, con gran parsimonia, afilaba unos cuchillos, mientras una luz intensamente amarilla invadía aquella estancia maldita. Después el monje cortó en seco los gritos de Joe, que despertó sudoroso y al borde de un colapso nervioso en el área de descanso de la carretera, donde había parado a comer algo para reponer fuerzas y donde se había quedado dormido. Eran ya más de las doce de la noche y solo lo alumbraban las potentes luces amarillas de la gasolinera que había enfrente. Tras beber de un trago una botella de agua que llevaba, Joe se marchó de allí a tal velocidad que las ruedas de su coche echaban humo y no paró hasta llegar a su destino, un pequeño pueblo al sur de Wyoming donde hacía ya rato que lo esperaban.









    

8 comentarios:

  1. Cuanto desasosiego emite este cuento, como si fuese dificil escapar de una pesadilla, muy bueno Juan, saludos

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    1. Muchas gracias por tu comentario, por suerte para el protagonista, todo quedó en eso: en una pesadilla. Saludos, Luis!!

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  2. El cansancio despliega en nosotros esa hiriente pesadilla que cada cual mantiene medio escondida en algún lugar de sus recuerdos, puede que tu protagonista tuviese algo pendiente, algo que despertó mientras el dormía. Me parece genial no solo el hecho de que cada semana nos regales un relato, me parece maravilloso que cada uno de ellos sea único e irrepetible, un abrazo.

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    1. Me alegro un montón de que te gusten y disfrutes con los relatos. Es, en este caso una terrible pesadilla donde los fantasmas campan a sus anchas y donde el sueño se entremezcla con la realidad. En esta ocasión me he adentrado un poco más en el terror y en el desasosiego de un personaje que, efectivamente, huye de algo. Un abrazo.

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  3. Llegando el fin de semana ya estoy pendiente de ese nuevo cuento que dejarás en tu blog, sigue sorprendiéndome,gracias por iniciar este ciclo de cuentos de fantasmas.

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    1. Gracias a ti por seguir este blog y me alegro mucho de que te gusten mis relatos. Saludos.

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  4. Que inquietud y que preocupación, hasta que dejamos al protagonista en Wyoming chiquillo. El ritmo que imprimes a esas "historias para no dormir" que nos estás regalando este verano,tienen vida propia, hasta tal punto, que la primera vez que las leo, lo hago con tanta avidez,que necesito una segunda para valorar su calidad literaria, por tanto, doble disfrute.

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    1. Hola Enriqueta, muchas gracias por tu comentario. Me encanta que te hayan gustado estas historias de fantasmas, que siempre nos inquietan y nos fascinan. Tus valiosos comentarios me animan a continuar escribiendo en este blog. Un fuerte abrazo!!

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