"Era de noche y afuera, una brisa fría recorre las calles de la ciudad, mientras los árboles se desnudan dejando caer sus hojas sobre el asfalto. El otoño llegó y aquí estoy, en un bar extraño, solitario y perdido que, sin embargo, me recuerda a mi casa. Una pareja discute enfrente de mí de cosas intrascendentes y el camarero me sirve un "Jack´s Daniels" con hielo. Lo tomo a pequeños sorbos, disfrutando de su sabor, bronco, áspero y dulce y pienso en ti, en tu mirada herida por la rabia cuando te marchaste, y en tu boca, que solo se abrió para decir "me voy". Y te fuiste, y aquí estoy, en este bar situado en algún lugar de la ciudad, bebiéndome las ganas de pedirte que vuelvas. Porque no hay remedio, ya nada tiene remedio y mi boca, húmeda de whisky, la siento seca, como de piedra pómez, y mis ojos, siempre tan fríos, se resquebrajan borrosos entre la neblina de alguna lágrima que trata inútilmente de escapar. Me levanto y salgo a la calle, enciendo un cigarrillo y, después, me pierdo aturdido entre los espacios anchos y sucios de los callejones."
Las pinturas nocturnas de Edward Hopper invitan a imaginar historias de soledades y esta obra extraordinaria, titulada "Nighthawks" (Halcones nocturnos), me ha sugerido este microrrelato que ha coincidido con la llegada del otoño y que dedico a esas almas solitarias que pasan sus días y sus noches con la única compañía de sí mismos, pese a que a veces están rodeados de muchedumbre.
Me alegro mucho que hayas vuelto con la estela del otoño, echaba de menos estos relatos
ResponderEliminarUn abrazo
Creo que era la mejor de las fechas para retomar el blog. Yo también me alegro de regresar. Un abrazo.
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