Atravesó la luz de parte a parte y sus ojos azules se anegaron de lágrimas, pues se hallaba entre bambalinas, dando color a su piel, tersa y blanquísima. Se preparaba para actuar, como siempre, y respiraba profundamente frente al espejo mientras daba los últimos retoques a su rojizo cabello. Una música suave sonaba entre las paredes de su camerino donde se sentía auténticamente libre y sus labios esbozaron una sonrisa abierta, sincera y feliz, la famosa sonrisa de Verónica. Venía, sin embargo, de pasar noches oscuras de vientos y tempestades, de lluvias que calaban su cuerpo hasta humedecer sus huesos, de miedos provocados por la presencia vigilante de lobos de tres cabezas y fauces afiladas. Pero ahora, todo era distinto. Ahora vivía en en el ensueño de una ilusión que siempre tuvo: la de volver a ser una niña. Mientras se maquillaba lo había estado pensando, pero en estos momentos, era una mujer y era una actriz, y de las grandes. Se sentó en el pequeño sofá a la espera de esa voz que la llamara a escena, y su pensamiento seguía volando tan inquieto como un colibrí. Pensó en su padre, dirigiendo sus primeros pasos en el cine, con tanta dedicación y amor, y también en su madre, la escritora que inculcó en ella su pasión por el saber. Luego vino a su mente la figura de su hermano, pilar que sostenía paredes fundamentales de su vida y por último su hija, que vivía dentro de su corazón. Volvió a sonreír atrapada por el vaivén de su memoria y con serenidad seguía a la espera. Se encendieron los focos y comenzó la música que daba inicio a la función teatral. Entonces escuchó la voz que la llamaba: "¡Verónica, a escena!". Se levantó y se acercó entre las tramoyas y antes de salir, vio a su público expectante y sus ojos azules, húmedos de dulzura, se dejaron guiar por una emoción incontenible, mientras de su boca, salía la primera frase de la obra: "Ya estoy aquí, siempre estuve con vosotros y ya no me marcharé". Y mientras lo decía, sonrió una vez más, sin darse cuenta de que su sonrisa iluminaba el mundo.
Este relato está dedicado con todo mi respeto, admiración y cariño a una actriz maravillosa, Verónica Forqué, que, inesperadamente, esta semana ha iniciado su viaje a las estrellas. Hasta siempre, Vero, y muchas gracias por todo lo bueno que has aportado a este mundo con tu talento y como ser humano, que ha sido mucho. Vuela alto.
Pues si como tú dices está actriz ha sido muy buena qué pena que se nos haya ido Verónica Forqué pero siempre la tendremos en nuestros recuerdos bonito relato y real.
ResponderEliminarMuchas gracias, Paqui, para mí, Verónica Forqué era una de mis actrices favoritas y de las más queridas, la he seguido desde siempre y he querido dedicarle un homenaje con esta entrada. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.
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