Capítulo 6
Por Navidad, Jules, al igual que Werther a su amada Charlotte, hizo llegar a Andrea una carta donde expresaba de nuevo todo lo que sentía por ella y, haciendo gala de su exacerbado romanticismo, le dedicó unos versos con el fin de impresionar a la joven y hacer que recapacitara y volviera a sus brazos. Los versos, dotados de pasión a la vez que de desesperación, eran los siguientes:
No dejaré a la Navidad que me dispute
La alegría que siento al recordarte,
El placer de verte y emularte
Cuando siempre del amor hacías disfrute.
El tiempo correrá tras nuestro vuelo
De blancas azucenas adornado,
De tus labios, por los míos ya besados
Y tu cuerpo que en el mío se hizo anhelo.
Dejaré de cubrir tu corazón
Envuelto en sueños de cenizas modelados,
Y alejaré mi presente del pasado
Por no sufrir su falta de atención.
Ya eres de mi vida patria y duelo,
Sencilla lluvia, amor embravecido,
Y no puedo abandonarte en el olvido
Y por eso, en mi memoria te retengo.
Te fuiste un día de mayo olvidadizo,
Reseco de emociones, aunque azul,
Ausente de silencios, pero tú,
Serás siempre un amorío primerizo.
Volveré a mis soledades empeñadas
En sentirse acompañadas del misterio
Que arroja este amor que por ti tengo,
Que ya no sé si grita o si se calla.
Te encontraré en un recodo del camino
Bebiendo de aquel río su agua clara,
Y yo sabré apreciar en tu mirada
La sed de amor que siente el peregrino.
Más no tenerte es mi cruel fortuna
Que me arrastra a un invierno riguroso,
Y el corazón helado deja un poso
De dulce hiel y pérfida amargura.
Que yo mi muerte por tu vida diera,
Sin aspavientos a ella me entregara,
Si tu corazón a mi me perdonara
Y si tu boca, que te quiera me pidiera.
El día 27 de diciembre llegaron a sus manos estos versos de Jules. Dos días después descubrieron el cadáver de Andrea en una playa de Barcelona, escupido por un mar bravío alborotado por el viento y la lluvia, arrastrándolo hasta la arena y dejando así a la intemperie una historia de amor tan dulce como trágica, tan hipnotizadora como peligrosa, que el destino había puesto punto y final de una manera extraordinariamente dolorosa. Mientras tanto, ese mismo día, Jules atendía a su madre en el hospital, la cual, permanecía ingresada desde la madrugada, debatiéndose entre la vida y la muerte.