viernes, 11 de marzo de 2022

EL ÁNGEL DESOLADO

 




El ángel se abandonó a la tristeza cuando comprendió que el mundo no tenía solución y que él, como representante de Dios, no podía hacer nada para salvarlo. La maldad brillaba en los ojos del sátrapa cuando decidió acabar con él frente a la férrea oposición del ángel, que, batiendo sus alas, estableció un muro de resistencia basado en la bondad, la empatía y la razón, que, sin embargo, no pudo contener su ira. Así, sus ataques hicieron caer al ángel, destrozadas sus alas, a los pies de un gran árbol transformado en panteón, donde se cobijaron las almas de todos aquellos que habían muerto a manos de la locura, la maldad y la ambición del dictador. Allí, sobre aquel panteón, el ángel lloró desolado y sus lágrimas regaron la Tierra por entero, anegando los corazones de la gente que la habitaba, pero cuando las lágrimas del ángel llegaron hasta el corazón del sátrapa, no hicieron sino llenar un hueco oscuro y tenebroso, pues aquel hombre no tenía corazón y sobre su cuerpo se adhería una materia fría y viscosa, inexpugnable a las caricias y a las sensaciones. Por fin, dándose por vencido, el ángel se durmió a los pies de Dios, que no quiso despertarlo, pero que lo consoló poniendo de nuevo la esperanza en su espíritu. Cuando despertó, volvió a batir sus alas reconstruidas y despidiéndose, volvió a bajar a la tierra. Había que continuar luchando por la paz.


      

    

  La espectacular escultura que ilustra el texto se encuentra situada en el cementerio de Montjuic de Barcelona y está realizada por el artista Antoni Vila Palmés a principios del siglo XX, concretamente en 1908.