lunes, 25 de marzo de 2024

EL CAMINO DESANDADO

 





"Desandamos el camino desde el Guadalmena y, mientras lo hacemos, Arroyo del Ojanco se expande en la llanura como una pequeña extensión de vida donde los que lo habitan conviven con una tranquilidad cotidiana. En el atardecer de este día nublado  se enmarcan unos árboles que desean la primavera y nuestras miradas se someten a la calma y a la serenidad que nos ofrece el paisaje. Mientras recorremos el camino, a ambos lados del mismo, las vacas pasean de acá para allá despacio, rumiando la jugosa hierba que cubre el llano, entre encinas centenarias y jaras cuya blanca flor está a punto de eclosionar. A mano derecha, tras la alambrada, las piedras de un cortijo en ruinas nos cuentan como el paso del tiempo es inexorable, al igual que el abandono, y no sin cierta tristeza, observamos como unas tejas se desprenden y caen y el ruido que provocan las mismas en el silencio de la tarde, nos confirman una soledad no exenta de lirismo, que nos aleja del mundo de hoy, hecho a base de algarabía y gritos. En nuestro caminar nos sentimos bien, respiramos con la convicción de que la libertad absoluta no existe, pero podemos acercarnos a ella cualquier atardecer que elijamos, si buscamos un sitio donde los sentidos se desperecen y nos hagan disfrutar del tiempo que tan a menudo se nos escapa de entre las manos. La lluvia se hace esperar, pero la brisa es húmeda y la temperatura fresca. Continuamos desandando el camino bajo un cielo gris, donde las nubes se muestran inquietas y nuestro espíritu reconfortado. Sin más, subimos al coche y, agotada la tarde, regresamos."





 

domingo, 17 de marzo de 2024

MARÍA Y SU ÁNGEL

 




"María tiene un ángel 

que la protege y la cuida.

Mientras lo abraza,

los besos de María llenan su piel

de incondicional ternura.

María sabe que la vida es dura,

pero la desafía 

como un torreón de almenas de cristal.

María es una montaña de árboles inmensos

y un pedazo de mar entre los olivos.

La libertad de María reside en su fuerza.

que se concentra en su ángel.

La fuerza de María reside en su espíritu,

libre de contenciones y de murallas.

María sobrevive a zarpazos, 

regalando a la vida

su inagotable energía.

Y cuando llega el frío,

María se abraza a su ángel

de alas transparentes,

Mientras lo mira callada,

con el inmenso amor 

de sus ojos de madre."


Este poema está dedicado a mi amiga María y a su hijo, un ángel de alas frágiles y luminosas. Lo escribí el 3 de diciembre pasado, antes de que el ángel decidiera emprender su viaje a las estrellas, y lo hizo como lo hacen los ángeles, ascendiendo al universo con sus alas transparentes, y llenando de amor a los que lo rodean.






domingo, 10 de marzo de 2024

ENCUENTRO

 




"Nuestro encuentro fue acogedor y cálido en una fría noche invernal, donde la ciudad languidecía antes de dormirse. Se apagaban las luces poco a poco y las familias se refugiaban en sus sueños de la rutina de los días. Ella me esperaba bajo un paraguas gris, soportando un vientecillo gélido que llevaba y traía millones de diminutos copos de nieve que chocaban y jaspeaban su humilde vestido. Yo llegué aterido, con una simple chaqueta de cretona y una vieja bufanda que apenas me daba calor, mientras mis manos se resquebrajaban por el frío bajo mis gastados guantes. La miré y me sonrió y comprendí que era a ella a quién había estado esperando toda mi vida, pues sus ojos oscuros me daban permiso para decirle con los míos que en otra vida fue mía. Apreté su mano y noté como un suave calor recorría mi cuerpo y, del brazo, cruzamos la blanca calle bajo la mirada del farolero, que a punto estaba de apagar el último farol, pero, antes de que esto sucediera, nos besamos en los labios dulcemente y nos adentramos en el pequeño hotel donde yo había pagado con mis últimas monedas, una habitación. La noche se fue dulcificando y, con ella desnuda a mi lado, me creí poco menos que un rey y ella, cuyo cuerpo nacarado bailaba sensual bajo las sábanas, repetía una y otra vez lo mucho que me quería. Yo la sentía entre mis brazos y notaba como su piel se introducía en la mía de una forma natural, siendo una prolongación la una de la otra. Después del amor, vino el silencio y el viento, que volvía a levantarse, nos recordó que afuera hacía frío y que adentro, todo era tan agradable como imposible. Nos dijimos adiós antes de que amaneciera. En el cielo no había nubes y las estrellas se habían apoderado de él, abigarrando su inmensidad con su luminoso e incandescente brillo. Volví al hogar y una mujer me llamó con aspereza, una mujer extraña a la que después de catorce años de matrimonio, no conocía. Entonces pensé en ella, en mi adorada, tan lejana e inalcanzable como una estrella de mar, perdida entre las algas de un mar inmenso, tan inmenso y enorme, que siempre supe que algún día, la volvería a encontrar."