domingo, 7 de abril de 2024

CENTENARIO DE BRANDO

 


      Marlon Brando nació un 3 de abril del año 1924 en Omaha (Nebraska), cumpliéndose este año, por tanto, el centenario de su nacimiento. Con este motivo en "Desde Sromboli" vamos a celebrarlo con una selección de sus mejores fotografías y un repaso a algunos de los momentos más emocionantes de su vida y de su carrera. Las fotos nos marcarán las pautas para conocer un poco mejor a este monstruo del cine y de la interpretación. Comenzamos.





En esta impresionante fotografía vemos el perfil regio y carismático de un Brando interpretando a Napoleón en la película de Henry Koster "Desirée"(1954)




Aquí vemos al actor de niño, en esta fotografía ya se aprecian en él los rasgos que le harían famoso: mirada profunda e incisiva y unos labios expresivos enmarcados en un rostro hermoso y lleno de fuerza.




En "El último tango en París" (1972), de Bernardo Bertolucci, Brando compuso un personaje hermético y abandonado al dolor, Paul, que encuentra en la joven Jeanne (María Schneider) una vía de escape a la tristeza y a la desesperanza. La película escandalizó a propios y extraños en su momento por su elevada carga erótica.





En "Un tranvía llamado deseo"(1951), de Elía Kazan, el erotismo animal de Brando estalla frente a una frágil e inestable Vivien Leigh, en una interpretación sublime por parte de ambos, encarnando a unos personajes cargados de fuerza y dramatismo, creados para el teatro por el genial autor Tennesse Williams.





En "El padrino" (1972), de Francis Ford Coppola, Marlon Brando consigue una de sus mejores interpretaciones, llegando a ganar el "oscar" por su papel de don Vito Corleone, el ganster por excelencia, un personaje turbio y despiadado, creador de un imperio mafioso gobernado por él.





En el año 1973, tras ganar el "oscar" por "El padrino", Brando apareció en el programa de televisión "The Dick Cavett show", para denunciar la situación de los indios nativos americanos. Brando no recogió su premio y en su lugar fue la actriz Sacheen Littlefeather, joven activista indígena, que, vestida de apache, pronunció el discurso escrito por el actor, denunciando el trato hostil y vejatorio que recibían los indios americanos por parte de la industria del cine.





Un retrato de este gran actor en la única película que dirigió, "El rostro impenetrable"(1961), al lado de otro grande, Karl Malden.





Aquí vemos a Brando en su primer papel para el cine. La película la dirigió Fred Zinnemann en 1950 y se tituló "Hombres". Ya dio la medida de su talento interpretando a un teniente estadounidense que participó en la Segunda Guerra Mundial, siendo herido en combate y quedando en una silla de ruedas.





En "Salvaje" (1953), dirigida por Lazslo Benedek, donde impuso una icónica imagen de rebelde, que ha quedado para la posteridad y que marcó películas posteriores como "Rebelde sin causa" (1955), de Nicholas Ray.





Brutal y salvaje como Stanley Kowalsky en "Un tranvía llamado deseo" (1951)





Otro de sus grandes personajes fue el que interpretó en "La ley del silencio" (1953), nuevamente a las órdenes de Elía Kazan, interpretando a Terry Maloy, un ex-boxeador que trabaja para un mafioso que se arrepiente de su vida pasada cuando conoce a Eddie Doyle, el personaje interpretado por Eva Marie Saint, hermana de una de las víctimas de este mafioso.




Cartel de "Julio César" (1954), a las órdenes del gran Joseph L. Manckiewiz, donde un inmenso Marlon Brando interpreta a Marco Antonio, realizando un recital interpretativo memorable, destacando del mismo el discurso que pronuncia ante el pueblo romano tras el asesinato de Julio César.

     

      Espero que os haya gustado esta nueva entrada, donde regreso al cine centrándome en uno de los mejores actores del mundo, Marlon Brando, cuando se cumplen cien años de su nacimiento. Saludos a todos.






lunes, 25 de marzo de 2024

EL CAMINO DESANDADO

 





"Desandamos el camino desde el Guadalmena y, mientras lo hacemos, Arroyo del Ojanco se expande en la llanura como una pequeña extensión de vida donde los que lo habitan conviven con una tranquilidad cotidiana. En el atardecer de este día nublado  se enmarcan unos árboles que desean la primavera y nuestras miradas se someten a la calma y a la serenidad que nos ofrece el paisaje. Mientras recorremos el camino, a ambos lados del mismo, las vacas pasean de acá para allá despacio, rumiando la jugosa hierba que cubre el llano, entre encinas centenarias y jaras cuya blanca flor está a punto de eclosionar. A mano derecha, tras la alambrada, las piedras de un cortijo en ruinas nos cuentan como el paso del tiempo es inexorable, al igual que el abandono, y no sin cierta tristeza, observamos como unas tejas se desprenden y caen y el ruido que provocan las mismas en el silencio de la tarde, nos confirman una soledad no exenta de lirismo, que nos aleja del mundo de hoy, hecho a base de algarabía y gritos. En nuestro caminar nos sentimos bien, respiramos con la convicción de que la libertad absoluta no existe, pero podemos acercarnos a ella cualquier atardecer que elijamos, si buscamos un sitio donde los sentidos se desperecen y nos hagan disfrutar del tiempo que tan a menudo se nos escapa de entre las manos. La lluvia se hace esperar, pero la brisa es húmeda y la temperatura fresca. Continuamos desandando el camino bajo un cielo gris, donde las nubes se muestran inquietas y nuestro espíritu reconfortado. Sin más, subimos al coche y, agotada la tarde, regresamos."





 

domingo, 17 de marzo de 2024

MARÍA Y SU ÁNGEL

 




"María tiene un ángel 

que la protege y la cuida.

Mientras lo abraza,

los besos de María llenan su piel

de incondicional ternura.

María sabe que la vida es dura,

pero la desafía 

como un torreón de almenas de cristal.

María es una montaña de árboles inmensos

y un pedazo de mar entre los olivos.

La libertad de María reside en su fuerza.

que se concentra en su ángel.

La fuerza de María reside en su espíritu,

libre de contenciones y de murallas.

María sobrevive a zarpazos, 

regalando a la vida

su inagotable energía.

Y cuando llega el frío,

María se abraza a su ángel

de alas transparentes,

Mientras lo mira callada,

con el inmenso amor 

de sus ojos de madre."


Este poema está dedicado a mi amiga María y a su hijo, un ángel de alas frágiles y luminosas. Lo escribí el 3 de diciembre pasado, antes de que el ángel decidiera emprender su viaje a las estrellas, y lo hizo como lo hacen los ángeles, ascendiendo al universo con sus alas transparentes, y llenando de amor a los que lo rodean.






domingo, 10 de marzo de 2024

ENCUENTRO

 




"Nuestro encuentro fue acogedor y cálido en una fría noche invernal, donde la ciudad languidecía antes de dormirse. Se apagaban las luces poco a poco y las familias se refugiaban en sus sueños de la rutina de los días. Ella me esperaba bajo un paraguas gris, soportando un vientecillo gélido que llevaba y traía millones de diminutos copos de nieve que chocaban y jaspeaban su humilde vestido. Yo llegué aterido, con una simple chaqueta de cretona y una vieja bufanda que apenas me daba calor, mientras mis manos se resquebrajaban por el frío bajo mis gastados guantes. La miré y me sonrió y comprendí que era a ella a quién había estado esperando toda mi vida, pues sus ojos oscuros me daban permiso para decirle con los míos que en otra vida fue mía. Apreté su mano y noté como un suave calor recorría mi cuerpo y, del brazo, cruzamos la blanca calle bajo la mirada del farolero, que a punto estaba de apagar el último farol, pero, antes de que esto sucediera, nos besamos en los labios dulcemente y nos adentramos en el pequeño hotel donde yo había pagado con mis últimas monedas, una habitación. La noche se fue dulcificando y, con ella desnuda a mi lado, me creí poco menos que un rey y ella, cuyo cuerpo nacarado bailaba sensual bajo las sábanas, repetía una y otra vez lo mucho que me quería. Yo la sentía entre mis brazos y notaba como su piel se introducía en la mía de una forma natural, siendo una prolongación la una de la otra. Después del amor, vino el silencio y el viento, que volvía a levantarse, nos recordó que afuera hacía frío y que adentro, todo era tan agradable como imposible. Nos dijimos adiós antes de que amaneciera. En el cielo no había nubes y las estrellas se habían apoderado de él, abigarrando su inmensidad con su luminoso e incandescente brillo. Volví al hogar y una mujer me llamó con aspereza, una mujer extraña a la que después de catorce años de matrimonio, no conocía. Entonces pensé en ella, en mi adorada, tan lejana e inalcanzable como una estrella de mar, perdida entre las algas de un mar inmenso, tan inmenso y enorme, que siempre supe que algún día, la volvería a encontrar."





domingo, 25 de febrero de 2024

LA ACTRIZ

 




     La noche se cernía sobre la ciudad desapaciblemente invernal. La lluvia no cesaba en su empeño formando riachuelos en los bordes de las aceras y aturdiendo las calles con un tintineo persistente que se agudizaba bajo el paraguas. A Ángela le gustaba la lluvia y, enfundada en su gabardina, recorría la Quinta Avenida inmersa en la ilusión de sus aspiraciones. Quería ser actriz de teatro y abarrotar los escenarios de gente y conmoverlos con su arte. Para eso había venido a Nueva York. Aquella noche se sentía libre bajo aquel paraguas negro manchado de rojo, aunque eran muchas las noches en las que se sentía a la deriva, como una estrella de mar zarandeada por sus aguas. Aunque lo pareciera, ella no era de roca, era de arena y, a veces, se sentía diluir entre las esquinas de aquella ciudad enorme y bulliciosa. De día, trabajaba en una biblioteca, Shakespeare y Tennesse Williams eran sus autores de cabecera. Tan distintos y tan emocionantes. Sus noches pertenecían al teatro. Caminaba despacio, sin importarle lo desapacible de la noche, mientras las luces de la ciudad la acompañaban en un baile teatral de múltiples colores. 

    Lo había dejado tendido en la cama, después de dispararle tres veces en el pecho. No era nadie, solo un hombre que se equivocó de habitación y se encontró con la maléfica dulzura de Ángela, solo un amante infortunado que quiso probar el amargor nacarado de su cuerpo, pero que descendió a los infiernos, envuelto entre las sábanas de seda de Ángela, que ya había encontrado inspiración para su próximo personaje, una mujer ambiciosa, una dama vestida de negro que conocía el color de la sangre y la emoción enajenante de matar. Sería su primer gran éxito.






domingo, 18 de febrero de 2024

MILDRED, DESEO Y AMBICIÓN

 




Mildred Rogers (Bette Davis) nunca fue una mujer para él. Era perversa, egoísta y ambiciosa, pero el deseo atrapó a Philip Carey (Leslie Howard), un estudiante de arte y después de medicina, que se enamoró perdidamente de ella. Para Mildred, Philip era un juguete, alguien a quien utilizar en su escalada. Mildred trabajaba de camarera y sabía hasta qué punto él se había enamorado y pensaba utilizarlo en su provecho, mientras aparecía algo mejor y así lo hizo. Humillaciones y desprecios, amantes ocasionales, pero Philip parecía de mantequilla en las manos de aquella mujer cuyos sentimientos eran para él cuchillos de hielo que laceraban su cuerpo y su espíritu y a los que no podía renunciar. Mildred se iba y volvía, y a la vez, le iba arruinando la vida a Philip, que dejó a Norah (Kay Johnson), su novia, dulce y sensata, por el vértigo de la aventura de vivir de nuevo con ella. Mildred se volvió a marchar una vez más y lo dejó al borde del desastre, evitando de nuevo por Norah, su ángel protector. Pero volvió de nuevo, esta vez, embarazada y de nuevo obtuvo la ayuda de su antiguo amante. ¿Hasta cuando podrá soportar el corazón de Philip los vaivenes de Mildred y su continuo desprecio? Para saberlo, nada mejor que ver la película "Cautivo del deseo" (1934), dirigida por John Cromwell y magníficamente interpretada por por Bette Davis y Leslie Howard, que dan la medida de unos personajes perdidos en sus emociones, pasionales y contradictorias, pero entresacadas de la vida misma. La película, basada en la novela "Servidumbre humana", de Somerset Maughan, es una auténtica joya del cine, llena de dramatismo y de fuerza, dirigida por un maestro como Cromwell y con el talento de dos grandes actores. En la fotografía, la impactante imagen que luce Bette Davis en este clásico y donde se aprecia la turbadora personalidad del personaje que interpreta, la camarera capaz de despertar en los hombres el deseo más atroz, para luego llevarlos casi a la destrucción.







domingo, 11 de febrero de 2024

¡AHÍ VA "LA DIVINA"!

 




"¡Ahí va la Divina!", exclamaba la gente a su paso, pese a sus vanos intentos de no ser reconocida. Y allí iba, enfundada en su abrigo largo, su cabeza de esfinge abrigada por un sombrero y su rostro hermoso y hermético dibujado bajo él. Había dejado el cine hacía unas semanas y se sentía segura y perdida a la vez, como una niña que cambia continuamente de un hogar a otro. En Hollywood, las cámaras lloraban su ausencia y reclamaban sus ojos, que encendían las salas de cine como dos luminarias, mientras sus labios, finos y de una perfección implacable, se abrían a aquellos besos de ficción que volvían locos al público, un público acostumbrado a su presencia, siempre etérea, siempre carnal. Paseaba cruzando las calles, sorteando los charcos, sumida en sus pensamientos. El viento arreciaba y, a su vez, comenzaba el mito de Greta Garbo, y lo hacía rodeado de un misterio solo comparable al de alguna de sus películas, un misterio que aún continúa. Nueva York, acoge a la esfinge sin inmutarse, pues nadie, ni siquiera la Garbo, es más grande que ella, la ciudad de los rascacielos. Entre sus calles, la estrella no es más que un pequeño ser humano que va y viene, sin más amparo que su voluntad y la fuerza de un destino propiciado por ella. Sin embargo, cuando anochece, los briosos destellos de las estrellas cubren su rostro, y comenta quién pudo verlo, que aquel rostro perdido en la multitud, adquiría la grandeza de las diosas y su cuerpo, abandonaba su esencia humana componiendo, rostro y cuerpo, un hermoso fantasma, capaz de hechizar a todo aquel que se cruzara en su camino, porque Greta Garbo, "La Divina", nunca se fue del todo, y cuentan que a veces la ven portando su divismo a deshoras, cuando muy pocos la pueden ver, solo los afortunados enamorados de la luna y de las leyes que impone la noche."

     De madrugada, escribo este texto dedicado a una estrella de cine dueña de un misterio inquebrantable. Se llamó Greta Garbo y hoy, como ayer, nos sigue fascinando. 







domingo, 4 de febrero de 2024

NOTRE-DAME DE PARÍS


A ESMERALDA, LA ZÍNGARA




"Si mi pasión, sublimada en la rosa,
queda a tu corazón sometida,
desde mi torreón te digo
que encontré la libertad.
Si mi fealdad, se mide con la gárgola
que desagua Notre-Dame,
mi amor se mide con el Sena,
tranquilo en su remanso 
y enorme y profundo en su recorrido.
Nada hay en tu hermosura
como tu corazón,
que sabe ver más allá de lo que soy.
Desde mi torre grito tu nombre:
¡Esmeralda!
Y todas las campanas
acompañan a la tosquedad de mi voz
como un delirio de violines,
que resuenan al filo de la mañana,
igual que una bandada de ruiseñores."


    
En 1956 se estrenó la película "Notre-Dame de París", dirigida por Jean Delannoy, basada en la inmortal obra de Víctor Hugo. En ella, dos grandes actores brillan con luz propia en los papeles de Quasimodo y Esmeralda, la zíngara. Anthony Quinn y Gina Lollobrígida se meten en la piel de estos inolvidables personajes y nos hacen vivir esta romántica historia con toda la ternura y la emoción que subyace en la novela del gran escritor francés. Con estos versos, homenajeo a la película, a la novela y a sus personajes, Quasimodo, el deforme ser encargado de hacer sonar las campanas en uno de los edificios más bellos de Francia, la catedral de Notre-Dame, en París y, a Esmeralda, la hermosa gitana de la que se enamora y que lo tratará con respeto, ternura y amabilidad. Y también, como no, a los dos grandes intérpretes que los encarnaron, Anthony Quinn y Gina Lollobrígida, en el cénit de su carrera, con esta hermosa fotografía que ilustra esta nueva entrada. Saludos.