sábado, 26 de octubre de 2019

LAS ESTATUAS




 
 
 
 
A veces perseguimos la quimera
De lejanas percepciones y misterios,
Sin conocer que muchas veces, sin saberlo,
A nuestro lado está la primavera.
 
Buscamos junto al mar la luz serena
Que nos guíe en la aventura del olvido,
Más se conduele el alma sin sentido
Y el corazón se duerme con la espera.
 
Pasará ya el tiempo de las horas locas
En pos de los recuerdos tan queridos,
Mientras el sol se apaga malherido
Frente al ardor oscuro de tu boca.
 
Y seguirá la conciencia apalabrada
Doblegando sin razón al sentimiento,
Mientras vamos dotando al pensamiento
De viejas ilusiones mal labradas.
 
Se queda sin embargo en mi memoria
El cálido contacto de tus manos,
La luz de tus ojos soberanos
Y el tierno verdor de nuestra historia.
 
Las estatuas que erguidas nos miraran
Desde su pedestal conformado por los siglos
Hoy tiemblan como hojas de ceñiglos
Mientras los días impasibles las abrazan.
 
Porque el tiempo que enmudece, más no calla
Arrastra con su paso los momentos,
Las vanidades y los juramentos
E invencible, siempre gana la batalla.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

domingo, 13 de octubre de 2019

AMIGA MÍA








Amiga mía,
te recordaré
mientras duren los otoños
y las hojas mecidas
a merced de la estación.
Te recordaré
siempre con tu sonrisa
y con la alegría de tu espíritu,
tan vivo como tú.
Te recordaré
imaginando tus ojos,
siempre inmersos
en la bondad de tu gesto.
Ahora te recuerdo
y sin querer, sonrío
y me sumerjo someramente
en la profundidad de tu corazón,
mientras este otoño sin agua
aprisiona el mío.
 
 
 
 
 
 
 
 
 


viernes, 11 de octubre de 2019

LA DIVINA GRETA








       La luz de sus ojos escondía el misterio de lo desconocido, de lo insondable, pues su corazón, que ardía en silencio de deseo, despedía a veces en sus latidos el frío viento que tan a menudo recorría su país: la lejana Suecia. A Greta Garbo le bastaba levantar la mirada para llenar de electricidad la sala oscura que albergaba alguna de sus películas. Ella, la divina esfinge, de finos labios y de escondida sonrisa, se erguía inviolable en aquellos viejos escenarios plasmando en el celuloide lo que la cámara le suplicaba a orden de claqueta. Así, sabiéndose reina, se mostraba condescendiente con ella y muchas veces, generosamente jugaba con su cabello y lo movía de manera etérea, esparciendo su perfume con la elegancia y la clase de los elegidos. Ella era divina y lo sabía, pero no por ello quería renunciar a su vida como mortal, estableciéndose a veces una lucha titánica entre estas dos partes de su ser, que unas veces se inclinaba hacia un lado o hacia otro, hacia el universo interestelar de los dioses o hacia la conformidad rutinaria de la felicidad que los humanos consiguen siguiendo los dictados de su corazón. Un día Greta Garbo desapareció y sus ojos no volvieron a iluminar las salas oscuras y estrelladas de los cines. Y "La Divina", como ya la llamaban, se difuminó en el humo de uno de aquellos cigarrillos que, perdidamente enamorados, prendían de sus  labios. Por fin, había decidido ser humana y vivir en compañía de los pobres mortales que un día la adoraron como la estrella más alta, excitante e inalcanzable. Por fin, nacía Greta Lovisa Gustafson, la muchacha sueca que decidió cambiar su destino y vivir su vida, aunque para ello tuviera que sacrificar la de Greta Garbo, la diosa Divina.








    
 

viernes, 4 de octubre de 2019

KOTÓPOULO PSITÓ (POLLO ASADO)







 
De tubérculos cubierto como prenda,
Arremolinados en su esencia pura,
En el plato nacarado apenas dura,
Sin reparo y  sin ninguna componenda.
 
Cayó sutil la verdura del pimiento
Arropando a la carne deliciosa
y la abuela, por ser la más golosa,
la piel se come sin conocimiento
 
Del pollo que debajo, yace inerte,
Ataviado con jugosos parabienes,
Entregando el sabor de los laureles
En el clímax sabroso del banquete.
 
Dirimir si muslo o si pechuga,
O tal vez las alas aliñadas,
Se transforma en el placer de la cuñada,
Cuando el gañote, con alevosía disfruta.
 
Y los huesos de amores descarnados
A base de caricias de cuchillo,
Mientras atolondrado va el sobrino
Y moja pan en la tibieza del asado.
 
Mientras tanto, presuroso va el cuñado
En busca de Baco, tan certero
Y las uvas se pone por sombrero
Y bebe de los besos de morapio.
 
Y así, entre los dedos va quedando
El roce de la piel lúbrica y pura
Y mientras la suegra cocina con premura,
A Adefaghia nos vamos entregando.
 
Y ya con la luna departiendo
Dejando el agasajo coronado
Con un rico pastel de miel untado,
Con nostalgia nos vamos despidiendo.
 
 Mas como ya es la hora de los sueños,
Una vez calmada la carpanta
Y bien humedecida la garganta,
Nos dormimos en los brazos de Morfeo.