domingo, 10 de marzo de 2024

ENCUENTRO

 




"Nuestro encuentro fue acogedor y cálido en una fría noche invernal, donde la ciudad languidecía antes de dormirse. Se apagaban las luces poco a poco y las familias se refugiaban en sus sueños de la rutina de los días. Ella me esperaba bajo un paraguas gris, soportando un vientecillo gélido que llevaba y traía millones de diminutos copos de nieve que chocaban y jaspeaban su humilde vestido. Yo llegué aterido, con una simple chaqueta de cretona y una vieja bufanda que apenas me daba calor, mientras mis manos se resquebrajaban por el frío bajo mis gastados guantes. La miré y me sonrió y comprendí que era a ella a quién había estado esperando toda mi vida, pues sus ojos oscuros me daban permiso para decirle con los míos que en otra vida fue mía. Apreté su mano y noté como un suave calor recorría mi cuerpo y, del brazo, cruzamos la blanca calle bajo la mirada del farolero, que a punto estaba de apagar el último farol, pero, antes de que esto sucediera, nos besamos en los labios dulcemente y nos adentramos en el pequeño hotel donde yo había pagado con mis últimas monedas, una habitación. La noche se fue dulcificando y, con ella desnuda a mi lado, me creí poco menos que un rey y ella, cuyo cuerpo nacarado bailaba sensual bajo las sábanas, repetía una y otra vez lo mucho que me quería. Yo la sentía entre mis brazos y notaba como su piel se introducía en la mía de una forma natural, siendo una prolongación la una de la otra. Después del amor, vino el silencio y el viento, que volvía a levantarse, nos recordó que afuera hacía frío y que adentro, todo era tan agradable como imposible. Nos dijimos adiós antes de que amaneciera. En el cielo no había nubes y las estrellas se habían apoderado de él, abigarrando su inmensidad con su luminoso e incandescente brillo. Volví al hogar y una mujer me llamó con aspereza, una mujer extraña a la que después de catorce años de matrimonio, no conocía. Entonces pensé en ella, en mi adorada, tan lejana e inalcanzable como una estrella de mar, perdida entre las algas de un mar inmenso, tan inmenso y enorme, que siempre supe que algún día, la volvería a encontrar."





2 comentarios:

  1. Francisca Garrido15 de marzo de 2024, 7:21

    Que relato más bonito y apasionante Juan Basilio, me encanta porque la vida real queda ya tan poco romanticismo que con estas historias nos haces regresar al pasado era tan bonito.

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    1. La verdad es que si, que en los tiempos que corren, el romanticismo está en números rojos. Me alegro mucho que te haya gustado tanto esta bonita historia de amor. Un abrazo, Paqui.

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