sábado, 23 de enero de 2021

INSOMNE






      "No me quiero dormir. Aunque me duelan los ojos, aunque sienta como miles de pequeños cristales se apoderan de ellos, clavándose hirientes y buscando como único alivio la dulzura del sueño. No me quiero dormir, quiero permanecer a la expectativa, vigilante, al acecho. Es jueves y desde hace dos semanas decidí no tener más sueños, y aquí estoy. Son más de las cuatro y media de la mañana y permanezco sentado en la cama. En tu mesita de noche hay una pistola cargada. A veces la cojo y, con avidez, la acaricio, desplazando su boca de fuego por la superficie ignota de mi rostro, por mis sienes, mi frente y mis ojos, hasta rozar mis labios. Después la vuelvo a colocar en su lugar. No me quiero dormir, por eso paseo la habitación de una esquina a la otra, con la oscuridad atenuada por la luz que se filtra por la persiana a medio cerrar. Alguna vez pienso en abrirla, en dejar que el sol penetre y ponga algo de calor a mis días y a mis noches, pero solo lo pienso. Apenas veo, mis ojos se niegan. Aún así, sueño, estoy soñando, y te veo a ti mientras miro al fondo del dormitorio. Veo que no has muerto, que sigues ahí, con tus cabellos grises, sin teñir, y tu cuerpo huesudo y desgarbado. En tus manos, flores deshojadas y en tu ropaje, mi sangre mezclada con la tuya

      Esta tarde casi me vence el sueño, pero mis ojos no se han rendido. Siguen abiertos y es ya la una y media de la madrugada del sábado. Vigilan la puerta cerrada a cal y canto que separa nuestro dormitorio del salón. Me retuerzo en la cama una vez más. Salgo al cuarto de baño y frente a él, vuelves a aparecer y me llamas. Regreso a la habitación con los ojos abrasados,  pero libres de cualquier atisbo de somnolencia. Me levanto de nuevo y veo una realidad intangible: tu pecho en el mío, tus labios en mi boca y en mi paladar, un fuerte sabor a limón temprano. Cojo de nuevo la pistola que hay en tu mesita, y esta vez, disparo y me disparo. La bala te alcanza. Ahora son tus ojos los que, abiertos, miran a la nada y tu cuerpo, abrazado por el mío, se desploma cayendo en el encerado de los sueños. Todo es sangre y dulzura, todo es la tristeza de tu recuerdo, tan vivo y tan muerto. No me quiero dormir, pues de lo contrario, volvería a ser yo mismo y quiero renacer, ser otra persona. Ahora la pistola está vacía y un baño de sangre empapa la cama." 






8 comentarios:

  1. Juan, este relato en primera persona que hoy nos regalas consigue envolvernos en la atmófera que has creado para tu protagonista. Y al ser tan intenso, podría dudarlo, creería que ha sido él quien ha creado todo y que tu has sido quien ha recogido su horror, porque has estado ahí delante, viendo como cíclicamente se repite su pesadilla. La liberación solo puede ocurrir cuando se escribe, cuando se le cuenta a otro, con lo que acabo pensando que los que somos insomnes es porque nuestro camino está lleno de tropiezos, no tan extremadamente angustiantes como el que aquí cuentas. Habrías sido un buen psiquiatra, ahora eres un buen escritor. Mi más sincera enhorabuena.

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    1. Estoy de acuerdo con este certero comentario, el insomnio se puede convertir en una auténtica pesadilla que solo puede acabar cuando escribes o lees o tienes la oportunidad de contar esa experiencia a alguien. El no dormir provoca toda una serie de trastornos que, como al protagonista, (no tan exageradamente, como tú bien dices) pueden sumergirnos a veces en un bucle que, entre el sueño y la realidad, nos llevan a sentirnos desesperados. Muchas gracias por este comentario, y me alegro mucho de que te haya gustado este nuevo relato. Un abrazo!!

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  2. La realidad entreverada de deseos, sueños y obsesiones. Una trama de ficción ágil y angustiosa, verídica y onírica, el yo anhelando a la mujer amada que se aparece como en una pesadilla, o como en una realidad disfrazada de sueños. Y el final abierto, o quizá no. Enhorabuena. Agustín Blanco.

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    1. Muchas gracias por este excelente comentario en el que has expresado muy bien la esencia del relato. Me alegro mucho de que te haya gustado. Saludos!!

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  3. Este relato tiene mucho que desear Juan Basilio parece tan real como la vida misma, porque a veces nos relacionamos en algunas cosas de este insomnio agridulce produce realmente lo que cuentas, muy bien un abrazo.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, Paqui, el insomnio no es más que reflejo de los problemas de la vida, y hay rachas en las que nos llega a atrapar, como al personaje de la historia. Un abrazo!!

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  4. No es lo que cuentas, es como lo cuentas.
    Introduces a quien te lee en una atmósfera que atrapa, que envuelve y no te deja ver otros posibles finales que no sean el que tú tienes establecido de antemano.
    Gracias por estar ahí a golpe de clic, tan asequible y tan cercano.

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    1. Por comentarios como este merece la pena seguir escribiendo e inventando historias. Gracias a ti por seguir leyéndome. Un fuerte abrazo!!

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