domingo, 3 de agosto de 2025

EL ÚLTIMO CAFÉ

 





"La lluvia vino a poner tristeza a la tarde, que transcurría con desasosiego en las angosturas de la destemplanza, percibiendo la soledad como un grito. Nos levantamos de la mesa tras tomar nuestro último café y nos alejamos, cada uno en una dirección. Poco antes nos despedimos con un beso en la mejilla, como si nuestros labios no quisieran recordar el ardiente contacto que tan a menudo tuvieron. Un beso en la mejilla y adiós y ahí acabó todo, una historia de amor sincero, de vivir y compartir, de querer ser el uno del otro, de convertirnos con frecuencia en uno solo, de llenar nuestro tiempo de caricias y de miradas y de risas espontáneas y cómplices. La lluvia ponía en la tarde un secreto de dulce melancolía que nos dejó en el corazón una sensación agridulce. Volví la cabeza y no estabas ya y la calle se me fue haciendo gigante e interminable. Volviste la cabeza y yo ya no estaba y en tus labios se quedó prendido mi nombre, pero seguiste tu camino y yo el mío, como si nada hubiera sido o como si todo hubiera sido una ficción, una película donde los actores hubieran terminado su trabajo. Pero siempre supe que aquello fue real y cuando lo recuerdo, un ligero temblor recorre mi cuerpo y, aunque me refugio en la memoria con ansiedad, todo es inútil, lo nuestro fue un capítulo que pasó a engrosar el libro de los amores imposibles."

(Un microrrelato con una historia inspirada por una tarde de lluvia y un par de sillas vacías)







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