El viento corría y atravesaba los soportales de la plaza de Valdepeñas mientras los gorriones, confiados, buscaban entre la gente (que en animada conversación tomaban la cerveza del mediodía) alguna miga de pan perdida en el suelo que les sirviera de alimento y así, el viento, cada vez más dulcificado, ofrecía sosiego al calor y movía los árboles como quien baila. Era junio y acaecía la tarde.
La plaza sea de Valdepeñas o de nuestro pueblo, lugar de reunión, de encuentros, lugar donde cabe la nostalgia, donde observar lo cotidiano con la calma como compañera de asiento. Las tardes se alargan en verano mientras la noche llega sin darnos cuenta. Enhorabuena. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí es. Precioso comentario, muchas gracias, Rosa. Las plazas son esos lugares donde la convivencia entre vecinos y los que vienen de fuera es la protagonista y donde nos integramos en la tranquilidad de lo cotidiano donde una amigable conversación puede dar sentido al día, y donde la poesía puede hacer su aparición en cualquier momento. Un fuerte abrazo.
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