sábado, 28 de agosto de 2021

TANTO LA QUERIA

 




      Adoraba a Pinky, su gato, pues desde que era un cachorro no se había separado de él, y ya eran seis años de convivencia, seis años de comer el uno junto a la otra, de citas veterinarias ( que si una cistitis, que si un empacho de whiskas...), de llevarlo a casa de Pepi, la peluquera, cómplice hábil que desmelenaba a Pinky en el verano, de compartir molestias intestinales y de arrebujarse juntos en la cama antigua en los días más crudos del invierno, dándose calor mutuo. Su gato también sentía un cariño muy especial por ella: tanto la quería que le ahuecaba la cama para cuando ella llegara y la recibía moviendo el rabo y los bigotes. Curiosamente, a Pinky le gustaba el café y le gustaba tomarlo como a su dueña: templado y muy dulce, casi tanto como los lametones que le propinaba en cuanto se descuidaba. Eran uña y carne. Un día, ella no se levantó. Pasaban las horas y el gato, inquieto, se dirigió a la cama de su compañera vital y comenzó a jugar como de costumbre a base de ronroneos, de cobijarse contra su cuerpo, acariciándolo con el suyo e intentando dar calor a la frialdad inerte de ella. Pronto se cansó y se bajó de la cama. Era una mañana de verano y el aire acondicionado no dejaba de funcionar, la casa estaba cerrada a cal y canto, las puertas y ventanas eran inexpugnables y las persianas permanecían bajadas. El tiempo iba transcurriendo y Pinky subía una y otra vez a la cama de su dueña, que no respondía ni siquiera a las lametadas que prodigaba una y otra vez en sus labios resecos, entreabiertos y fríos, por donde comenzaba a brotar el olor de la muerte. Así, pasaron dos largos días sin que nadie apareciera por allí, y mientras ella empezaba sin remedio a descomponerse, Pinky comenzaba a sentir hambre...






10 comentarios:

  1. Gracias Juan por este nuevo relato al hilo de un verano interminable, moviendo ficha otra vez hacia el terror más cotidiano, la soledad que a veces traiciona. Un abrazo.

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    1. Gracias a ti por tu comentario y tristemente, es un relato que expone la soledad a que están expuestas muchas personas y que, puede traer desenlaces tan tremendos como el de la protagonista. Tú lo has definido muy bien: terror cotidiano. Un abrazo.

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  2. Juamba.enhorabuena por este genial relato donde como tú bien describe y dices ...lo triste de la soledad y elegir entre la lealtad o la supervivencia...👏👏un sbrazo..

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    1. Así es, es un relato duro y triste que no se aleja demasiado de la realidad, pues a veces la soledad ha provocado situaciones abocadas al terror como la que se describe. Un abrazo y gracias por tu comentario, me alegro de que te haya gustado.

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  3. Tierno y crudo , conmovedor y sobrecogedor relato.Gracias por escribirlo y publicarlo, me genera una inquietud cautivadora y fascinante.
    Deseando leer más...Un abrazo enorme!

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    1. Muchas gracias a ti por este bonito comentario que denota tu gran sensibilidad y por seguir lo que voy escribiendo y publicando en este blog. Celebro que te haya gustado. ¡¡Un fuerte abrazo, Carmen!!

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    2. Sobrecogedor relato.
      Por desgracia bastante real.
      Tremendo final.
      Un abrazo.

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    3. Así es, la soledad es cada vez más frecuente en esta sociedad en que vivimos y puede ser tan extrema como en el caso de la mujer del relato, una jubilada sin familia y con la única compañía de su gato. Gracias, Esther por tu comentario, y me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.

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  4. Bonita historia Juan Basilio triste realidad el que ama los animales y los animales a sus dueños cuánta imaginación un abrazo.

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    1. Paqui, muchas gracias por tu comentario y me alegro de que te haya gustado este nuevo relato. Un abrazo!!

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