sábado, 25 de junio de 2022

LOS CELOS

 



      Refugiada bajo aquel árbol del parque Sur, Marila esperaba a su amante. Eran ya más de las ocho de una oscura tarde de invierno y Michael no aparecía. Hacía frío y el viento calaba en sus huesos tanto como el amor que sentía por aquel joven, alto y desgarbado que un día conoció sin querer en una librería especializada en libros prohibidos, libros que en otra época estuvieron estigmatizados por la intolerancia, si no quemados. Después, su amor sería tan prohibido como esos libros. La luz de las farolas solo servía para crear un ambiente misterioso y febril, y las sombras que proyectaban se alargaban sobre el suelo del parque espigadas y casi afiladas, como queriendo dibujarse en la tierra hasta herirla. Marila se retocaba a duras penas los labios bajo una de ellas y coqueta, se arreglaba el pequeño sombrero que cubría parte de sus cabellos rubios, que escapaban de él, rebeldes en sus ondas y que, ayudados por la gélida brisa, expandían un perfume a jazmín que llegaba hasta el último rincón del parque. De repente, vio llegar a un hombre, con gabardina clara y sombrero que venía fumando de una forma compulsiva y nerviosa, como su caminar, y cerca de la fuente, donde ella había quedado con Michael, se puso a pasear de un lado a otro con cierta violencia, provocando en Marila un escalofrío. No era Michael, de eso estaba segura, era un hombre de mediana estatura, y algo grueso que, finalmente se sentó en el bordillo de la fuente. Marila permanecía quieta y callada muy cerca, mientras a la izquierda vio aparecer otro hombre, al que inmediatamente reconoció: era Michael que pasaba junto al hombre de la gabardina clara, el cual, rápidamente se levantó y agarrándolo fuertemente por el brazo le increpó e insultó, para después sacar una pequeña pistola de la gabardina y disparar varias veces contra el joven, el cual, cayó  sobre las piedras que rodeaban la fuente. Marila, testigo oculto de estos sucesos, ahogó un grito y sus ojos azules se abrieron infinitos, iluminando de terror las sombras del lugar. Quiso acudir en auxilio de su amor, cuando descubrió que el hombre que había disparado contra él, era Max, su marido, que poco a poco se acercaba hacia el herido, quizás para rematarlo. Sin embargo, cuando Marila iba a detenerlo, Michael se adelantó y agarrándolo por una de sus piernas lo derribó, mientras la pistola rodaba hasta los pies de Marila, que la recogió y, saliendo de entre las sombras como un bello y elegante fantasma, empuñando el arma, se acercó a su marido y disparó las dos últimas balas hiriéndolo de muerte. Después, se abrazó a Michael y llorando solo acertaba a balbucear si estaba bien. Michael estaba bien, pues sus heridas eran superficiales, salvo la del hombro, que, más grave, requería la intervención de un médico. Marila, tranquila, se sentó al borde de la fuente, mientras a lo lejos sonaban las sirenas de la policía que, avisados por el vigilante del parque, se acercaban a toda velocidad. Los celos exacerbados de aquel hombre  habían desencadenado la tragedia y ella fue  la encargada de ejecutarla. Sus lágrimas bastaban para desbordar la fuente, mientras su amante la abrazaba y acariciaba su cabello. "¡Huyamos!", dijo Michael mientras la levantaba de golpe y la miraba atenazado por el pánico. "¡Todavía estamos a tiempo!". Ella no respondía, solo lo miraba con amor y compasión y con la alegría de ver que estaba bien, que estaba vivo. La policía los rodeaba mientras identificaban el cadáver y detenían a Marila, cuyo destino, no exento de fatalidad, la empujó a cometer un asesinato. Sobre las once de la noche, Marila era ingresada en prisión a la espera de juicio, y sus ojos azules, sembraban de luz la oscuridad de la cárcel, que la acogió como a un ángel caído, un hermoso ángel que desplegó sus protectoras alas sobre Michael, el amor de su vida.


      Hay miradas y expresiones que esconden una historia, solo hay que encontrarla y narrarla, y eso es lo que haré en las próximas entradas, ayudado por fotografías de grandes actores y actrices que inspiran más allá de la película que protagonizan. Hoy comienzo con "Los celos", y la mirada que forja la historia es la de la actriz alemana Marlene Dietrich, un mito eterno y universal, protagonista de tantas grandes películas, creado a base de talento y "glamour" por el genio de Josep Von Sternberg, su máximo director y mentor. Espero que os guste.






2 comentarios:

  1. Por desgracia los celos son así, dicen que los celos es buena señal de querer, pero unos celos enfermizos es lo que tiene a veces muy mal remate, bonito relato Juan Basilio y la realidad, y si es verdad que una mirada vale más que mil palabras muy bien explicado un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los celos cuando se convierten en enfermizos, como tú bien dices, pueden llegar a excesos que acaban con la pareja, no siempre de la manera tan trágica como el relato, pero si, acabar con ella de una manera o de otra. Me alegro mucho de que te haya gustado este nuevo relato, Paqui, ¡un abrazo!

      Eliminar