miércoles, 7 de octubre de 2020

WHAT´S GOING ON



 


      El fotógrafo vivía en el País de Nunca Jamás, donde los hombres no dejan nunca de ser niños y donde la luna es tan blanca y luminosa que no los deja envejecer. Tenía la magia del artista cuando capturaba el alma de todos aquellos que posaban delante de su objetivo y también la fuerza del ser humano que no ceja en su empeño de librar la dura batalla de la vida. La suya se componía de pasiones cotidianas y a la vez extraordinarias: el amor por la fotografía, el amor por la música (era un distinguido melómano) y el amor que sentía hacia sus padres, pero ninguna era tan grande como ésta última. Su padre, envuelto desde hace tiempo en las tinieblas de la enfermedad del olvido, solo sabía pronunciar su nombre, sin embargo, su madre, le aportaba serenidad y lograba extraer de su interior fortaleza y esperanza en el futuro. Ella también comenzaba su camino de lagunas escondidas entre nubes, pero el fotógrafo, lejos de arredrarse, la atendía con la misma solicitud que a su padre, despejando de nubes sus días y sorteando las lagunas a base de afecto y profundo amor. Cuando las fuerzas parecían flaquearle, el fotógrafo se ponía sus cascos de música con el volumen muy bajo, para que ésta no impidiera el escuchar a sus padres si lo llamaban en el caso de que pudieran necesitarlo y descansaba disfrutando de las músicas más hermosas y de los bellos versos de sus canciones favoritas. A veces, su padre, en una cama de altos barrotes que impedían que en la vulnerabilidad que su avanzada enfermedad le confería, pudiera caerse de ella, llamaba a su hijo, al que quería de manera infinita y le pedía que durmiera a su lado. Pegado a su padre, aquel hombre volvía a sentir en su piel los latidos de la niñez y se dormía un rato, mientras su madre, a ratos lúcida y consciente, desde la puerta contemplaba con sus ojos de bondades inagotables aquella secuencia donde el padre se hacía niño en los brazos de su hijo.

      Hace unos días coincidí con el fotógrafo en unos grandes almacenes, donde de vez en cuando nos encontramos en la sección de cine y música, dos pasiones que nos unen y me contó todo esto que acabo de narrar. Había venido a recoger un disco que había encargado y aprovechando las rebajas, quería llevarse otro al que había echado el ojo días atrás. Resultó que no era el que buscaba. El que si vio  fue un disco de Marvin Gaye entre los discos que se ofertaban a buen precio. Marvin Gaye fue una de las grandes voces negras del "soul", un hombre de gran talento marcado  por la desgracia (murió asesinado a tiros por su padre en una de las frecuentes discusiones que mantenían, pues el hijo defendía a la madre de las brutales agresiones de su progenitor). Así, el fotógrafo, con su gran cultura musical, me recomendó fehacientemente que comprara ese disco cuyo título es "What´s going on", una obra maestra de la música. Lo tenía ya en la mano para llevármelo, pero antes de marcharse, decidió que me lo iba a regalar. Así, lo cogió y sin más, pagándolo en la caja, me lo volvió a dar. De nada valieron las protestas hechas por mi parte (sé que su situación financiera está muy lejos de ser buena) y el disco está hoy en mi colección. Escucharlo es darle la razón a mi amigo, es un disco sublime, un canto a la libertad interpretado con el desgarro y la voz herida de este genio de la música. Hay amigos con un talante especial, a los que apreciamos y nos hacen creer en la empatía, aunque no los veamos más que cuando la magia del cine y de la música suscitan el reencuentro, y uno de estos amigos es Paco, el fotógrafo, un hombre de mucho talento y de gran generosidad. A él va dedicado este relato surgido de su propia historia, de la que él me desgrana cuando, muy de tarde en tarde, nos vemos en la sección de música de unos grandes almacenes rebuscando algún disco maravilloso que nos ayude a sobrellevar los días tristes, las tardes melancólicas y la dureza que a veces, impone la vida.

      

       Este pequeño relato está dedicado a Paco Garzón, excelente fotógrafo y mejor persona y un amigo desde hace muchos años. ¡Un abrazo, Paco!








  

6 comentarios:

  1. Bonita historia de un artista con el objetivo lleno de calidad humana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una muy buena definición, Antonio, muchas gracias por este acertado comentario. Un abrazo!!

      Eliminar
  2. La sensibilidad en algunas personas no se encuemtra solo en su enorme arte, esas maravillosas fotografías, se encuentra también en el cuidado sin condiciones hacia sus mayores. Se palpa y se entiende viendo estas fotografías cual es el centro de su dolor, la desesperación, la tristeza, la soledad, el blanco y negro que acrecienta la debilidad física y psíquica de esa afectación que te traspasa como agujas pero que también tiene salida. Seguramente a él le ayudan sus imágenes. Quisiera que gracias a tu buen relato, fiel reflejo de su día a día, se viera reconocido este gran artista porque estoy segura que necesita saber que no está solo y que ojalá el camino le depare esperanzas y que tenga en muchos sentidos el reconocimiento que se merece. Gracias por esta sensible historia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Emotivo y precioso comentario el que le dedicas a este gran fotógrafo, cuya creatividad solo es comparable a su humanidad. Tiene talento para brillar, esperemos que ese merecido reconocimiento no tarde en llegar. Un abrazo.

      Eliminar
  3. Hola Juan, siempre siguiéndote quiero darte la enhorabuena por esta historia y también al fotógrafo y por lo grande que es.A seguir

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Luis, celebro que te haya gustado la historia y las fotografías de Paco, que son extraordinarias. Saludos.

      Eliminar