domingo, 16 de mayo de 2021

ESCÓNDETE, IRIS




      La lápida de Iris aparecía a medio abrir todas las mañanas, las flores aparecían descolocadas y un viento primaveral con aroma a rosas secas surgía de las entrañas del sepulcro, embargando todo el cementerio. Los encargados del mismo, estaban entre sorprendidos y asustados, pues cada mañana, a su vez, ellos volvían a sellar el túmulo, pero no servía de nada, pues al día siguiente, volvía a estar abierto. Nadie se explicaba el misterio, por eso, una noche decidieron quedarse dentro del cementerio a averiguarlo. Allí, escondidos tras el ángel que guardaba la tumba, a ratos temblaban de frío y a ratos de miedo, pero permanecieron durante toda la noche haciendo guardia y mientras uno dormía, el otro vigilaba. Nada ocurría, pero al amanecer, volvieron a respirar el olor a rosas secas y se echaron a temblar cuando descubrieron la piedra que cubría la tumba nuevamente desplazada. No entendían nada, ellos habían permanecido alerta y, sin embargo, había ocurrido de nuevo. Iris, había fallecido a los seis años hacía más de un siglo y hasta hacía unas semanas todo transcurría con normalidad en el recinto. No obstante, por las mismas fechas, el ayuntamiento había trasladado la figura del ángel desde un rincón del camposanto hasta situarla frente a la tumba de Iris. Un cambio en una remodelación sin importancia, pero curiosamente, los encargados del viejo cementerio juraban que aquel ángel había cambiado su aspecto y que su rostro, antes lleno de amarga tristeza, ahora estaba como dudando, en un gesto de infantil picardía. No podía ser, ellos conocían muy bien ese ángel, pues lo habían visto y limpiado durante muchos años y ahora, se había transfigurado. No le dieron más importancia al asunto y rendidos, se fueron a casa a descansar, tras cerrar por enésima vez el mausoleo de la niña.

      Mayo avanzaba en aquella primavera alegre, pero fría. Las flores cubrían los campos que rodeaban el cementerio y a veces al atardecer, el viento movía las hojas de los chopos y doblegaba las copas de los cipreses, que parecían en su leve inclinación, enviar una señal de respeto a cuantos allí reposaban. Algunas tardes, los vecinos solían pasear por el camino que rodeaba el camposanto y a veces, creían haber visto, cerca de la ermita de San Eufrasio, cercana a él, la figura de una niña pelirroja que corría presurosa entre los árboles, mientras a su vez, un dulzón aroma como a flores secas les llegaba a través de la brisa. Antonia, la chica de la panadería, creía haberla visto con un vestido blanco de volantes y el cabello recogido en una trenza, pero tampoco estaba segura, de tan fugaz como fue la visión. Federico, un hombre serio y respetado, creyó haber visto a la misma niña pelirroja cuando volvía del huerto, casi al anochecer, pero no llevaba trenza, sino el pelo rizado y suelto, recogido con una cinta rosa acabada en un lazo, y la vieja Mariquilla, también aportó su versión y dijo que vio a la pequeña después de poner unas flores sobre la tumba de su hija, pero esta vez, llevaba un vestido azul celeste. Pese a las diferentes versiones que cada uno daba según su experiencia, todos coincidían en haber respirado aquel extraño e intenso perfume a rosas en el mismo momento en que notaban su presencia. Los encargados del cementerio, tras escuchar aquellas historias, no tuvieron la menor duda de que aquella niña que decían haber visto, podía ser Iris, la del mausoleo más antiguo del cementerio, pues ese aroma de que hablaban era el  que salía del interior del mismo. Sin embargo, era algo que a su vez, escapaba a toda lógica, a menos que creyeran en ángeles y fantasmas. Todo parecía un mal sueño, hasta que un atardecer, cercana ya la noche, mientras los azorados empleados del cementerio recogían los restos de unos jarrones que el viento había tirado a pocos metros del sepulcro de Iris, escucharon una voz etérea y dulce en su fantasmal sonido: "Escóndete, Iris", se escuchó. Y entonces vieron a la niña jugando entre los crisantemos que cubrían algunas tumbas, escondiéndose detrás de los nichos y corriendo hasta la puerta, abriéndola con ligereza y saliendo del recinto. Consternados, pudieron contemplar la figura del ángel, que desplegaba sus alas dejando su pedestal de mármol y desapareciendo tras los muros del cementerio. "Escóndete, Iris", se volvió a escuchar y cuando salieron del cementerio, los encargados volvieron a respirar aquel extraño perfume y vieron como el ángel, alegre, jugaba con la niña y conmovidos, se fueron de allí sin mirar atrás, dirigiéndose hacia la ermita de San Eufrasio, donde encendieron unas velas y rezaron por aquella niña y por todos los niños que se fueron de este mundo, con el firme convencimiento de que estuvieran donde estuvieran, siempre habría un ángel que los cuidaría y jugaría con ellos.

 







8 comentarios:

  1. Siempre te doy las gracias cuando retomas estos relatos de misterio y terror a la vieja usanza, clásicos y contemporáneos a la vez, es una forma de dar otra vuelta de tuerca a la pasión por leer. Gracias, un abrazo.

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    1. Gracias a ti por tu bonito comentario y me alegro mucho que te haya gustado. Un abrazo, Rosa!

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  2. Tú y tus misterios Juan Basilio como siempre resolviendo tus relatos misteriosos, me recuerdas al actor este que ahora no me acuerdo cómo se llamaba que hacía de teniente Colombo.
    Bonita historia de "Escóndete Iris".

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    1. Muchas gracias por tu comentario y por recordar al detective Colombo, interpretado por Peter Falk y que veíamos en las tardes de nuestra infancia, me alegro de que te haya gustado este relato sobrenatural y misterioso. Un abrazo, Paqui!!

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  3. Acercas con delicadeza lo fantástico a lo cotidiano. No hay terror en este cuento, solo misterio y un tratamiento original y cuidado en la relación establecida entre la niña y el angel de piedra. La atmósfera se logra con acierto, el olor a rosas, el viento, los árboles, la lápida abierta... a lo Edgar Allan Poe pero tratado con una especial sensibilidad. Enhorabuena. Agustín Blanco.

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    1. Muchas gracias por este bonito comentario que, sin duda, hace que me anime a seguir escribiendo y publicando. La verdad es que con estos cuentos siempre pretendo homenajear a autores como el que mencionas, que tanto han dado a la literatura de misterio. Muy amables tus palabras Agustín y me alegro de que te haya gustado. Un abrazo!!

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  4. Por cierto, la fotografía del ángel es de algún lugar cercano?

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    1. No, la fotografía la cogí de internet y me parece que pertenece a un cementerio de Inglaterra.

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